jueves, 22 de mayo de 2014

LA CRÓNICA DE SAN ISIDRO

La mano cambiada

Talavante pincha el premio en tarde de bronca para Finito y Morante



MARCO A. HIERRO, Madrid

La mano izquierda que se conjugó con un cuerpo en el tercer toro de Montalvo sacó al festejo de la reventa de tedio que trajo el segundo 'no hay billetes' de la feria. Esa mano, la que coronaba el brazo que se unía al pecho de Talavante fue lo mejor de una tarde a la que no acudieron los montalvos deseados, sino una ristra de animales inciertos y desiguales en fondo y forma de la que sobresalió el tercero. Una pintura el negro toro, que tuvo clase, temple y ritmo para hacer una ganadería, si no fuera porque de mansedumbre andaba también sobrado.

Ese toro, el que se deslizó barriendo el piso con el morro, se ralentizó en cada embroque y la empujó para adelante con la cara fija y las puntas adelante, tuvo la fortuna de encontrarse con la mano izquierda que nos sacó del tedio. Ambos lo hicieron, de hecho, en el tercer acto. Era esa mano zurda una mano cambiada por el paso del tiempo, el poso de la madurez y el peso de la inquietud que tiene Talavante por drama. Lo que sería un don en otros en él se convierte en cruz, porque su búsqueda de identidad se hace más dura e incierta cuando se tiene su capacidad. Es Talavante torero que pudiera ser todos, que reúne las virtudes de casi todos, pero que quiere ser él sintiendo el toreo que le brota sin que la mano izquierda de hoy le trace tan profunda como carente de identidad.

Quiere ser él mismo Alejandro. Quiere sentir el toreo cada día con más pureza. Por eso lleva todo el año con la mano cambiada, con la figura cambiada, con la Tauromaquia cambiada y dirigida a sentir más que a palpar. Los frentes le dio hoy al enclasado Saqueador, que se deslizó en el trapo cuando lo preparó Talavante para esas dos tandas a zurdas. Rotas, profundas, sinceras y vivas. Tanto como lo está el toreo del extremeño cuando cimbrea cintura, lanza vuelo e impone su autoridad con la mano cambiada, trocada en madura lección de toreo al natural. Más fresco, más ambicioso y menos forzado en posturas y trazos. Así es el Talavante de la mano cambiada que a penas su actitud dejó con el mulo sexto.

Cambiada está también la mano de Morante. La que saca el papelito en los sorteos, que hoy provocó que se comiese dos toros que en dos meses no se podrían lidiar por viejos. Rematado y bien hecho uno; agalgado y sin tipo el otro. Le abroncó Madrid que no sucediese en el ruedo lo que había pagado por ver. Pero volverá a llenar Las Ventas cuando vuelva el de La Puebla. Hoy se estrelló con un toro exigente por condición, que no por actitud. Fue el segundo, de reposición y remonte cuando le aliviaba el trazo y de medir la arena cuando le exigía entrega. Un muletazo voló cumbre, macizo, monumental y profundo con la mano derecha. Pero fue sólo uno. Y acabó con el bicho en el piso. El otro, el quinto, fue Barrabás reencarnado con seis años y dos leños. Nada que decir.

También está cambiada la mano de un Finito que ahora disfruta el toreo hasta cuando no es fácil hacerlo. No lo es porque no tiene paciencia Madrid para ver cómo soba y lidia la llegada deslucida pero noble de un colorao de Montalvo como si estuviera en el campo. Paciente, despreocupado de gritos, concentrado en el objetivo. Hasta que termina metiendo al bicho en dos series de derechazos que no romieron porque no terminó de hacerlo el de Montalvo. Tampoco el sobrero de Cuvillo, tontorrón y acochinado, con el que no pasó el Fino, que tiene la mano cambiada, ni sudores, ni fatigas. Ya habrá mejor ocasión.

Tarde de mano cambiada la que se vivió en Madrid, que no quedará en el recuerdo del aficionado medio porque no mató Talavante al toro que lo mereció. Pero su mano izquierda, cambiada y grande, volverá al mismo ruedo en unos días. Tal vez vuelva a ser la mano del corazón.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de las Ventas. Decimo tercera de la Feria de San Isidro. Lleno en tarde nublada, fresca y ventosa. Toros de Montalvo, desiguales de presencia. De nobleza sin clase el soso primero; deslucido y sin ritmo el humillado segundo; tan enclasado y templado como manso el tercero; devuelto por descoordinado el escurrido cuarto; manso y orientado el agalgado quinto; geniudo, incierto y pechugón el orientado sexto. Y un sobrero (cuarto bis) de Núñez del Cuvillo, insulso y sin chispa.

Juan Serrano 'Finito de Córdoba´(azul medinaceli y plata): silencio tras aviso y silencio.
José Antonio 'Morante de la Puebla´(marino y oro): silencio tras aviso y bronca.
Alejandro Talavante (nazareno y oro): ovación y silencio.
Saludó Juan José Trujillo tras parear al sexto.

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