martes, 30 de septiembre de 2014

López Simón se siente torero

Sale en hombros junto a Escribano en tarde maciza y valerosa

 (Foto: Javier Arroyo)MARCO ANTONIO HIERRO, Las Rozas

Llegaba a Las Rozas el toro cuajado de Montealto, que trajo un encierro de impecable presencia para cualquier plaza. En el paseíllo, Eugenio de Mora, Manuel Escribano, que sustituía al convaleciente Joselito Adame, y López Simón.

Blandeó el serio primero en los primeros tercios, impidiendo con su desentendimiento el saludo capotero de De Mora. Pero no aguantó la raza del noble animal en la muleta, y hubo de ser el trasteo una enfermería a media altura para no quebrantar la feble condición del animal. Dio tiempos el manchego, tocó preciso para ligar y supo lidiar con la escasa condición fisica del de Montealto con empaque y solvencia, pero sin que rompiese el trasteo. Falló con la espada y escuchó silencio.
Más por detrás que por delante era el segundo, de largo lomo y rematada trana, que embistió con brío humillado en las acompasadas verónicas de Escribano y empujó con los riñones en el jaco, llegando a campanear. Por chicuelinas fue el ajustado quite, antes del vibrante tercio de banderillas del sevillano. Empujó hacia adelante en el inicio la embestida de un toro que se la dio con seriedad desde el principio, mejor cuando iba amarrada al suelo. Lo pasó con facilidad Escribano, pero sin comentarle la repetición ni la hondura se quedaba en toreo estético lo que tal vez pudo ser profundo. Lo mató de una estocada y paseó una oreja.

El tercero se tragó las verónicas cuando venían por el pitón izquierdo, pero se las pensó mucho a diestras, dejando un violento derrote en los finales, despidiendo el buen trazo de López Simón. Se dejó pegar en el peto en vara larga el animal para salir luego disparado al penco de la puerta. Muy de verdad se puso desde el principio López Simón, que sabía que había que tragar pitón con el aplomado animal para que llegase la transmisión. Y llegó con el arrimón sincero con un animal embistiendo a arreones, al que había que tragarse el que viajaba hacia tablas para que viajas profundo y majestuoso el que se trataba hacia los medios. Valor el del de Barajas, que no cedió un centímetro con los pitones en el bordado, pero pinchó la obra y el premio quedó en una oreja.

Tuvo codicia el toraco cuarto en el capote de Eugenio, que lanceó con animosa decisión y buen trazo la llegada humillada y vibrante. Abajo apretó el animal en el jaco, con fijeza y entrega. Y mucho se entregó en la muleta, pero acertó Eugenio dándole media altura para que no se gastarse antes de tiempo. Entonces comenzó a torear en los medios y a pasarlo cada vez más exigido, aprovechando la movilidad hasta que una ventana a medio muletazo le costó la cogida. Escribano se encargó de matar al animal.

Imponente de presencia era el negro quinto, apretado y hondo, fino de cabos y de sería arrancada al capote que tomó sin inercias para que le soplase ocho verónicas y media un seguro Escribano. Luego le empujó al penco mientras recibía severo castigo. Más corto se quedó en las verónicas con que lo quitó Escribano.

Conectó con el tendido en el espectacular tercio de banderillas y también en el inicio de faena, de rodillas en el tercio. Tose fue hacía adelante el buen toro, que tuvo nobleza y le obedeció a los toques que le daba el sevillano para fomentar la repetición. Mostró seguridad y largo trazo Manuel con el amplio animal, al que tuvo que descabellar tras la estocada para cortar una nueva oreja.

Tuvieron compás y armonía templada las verónicas con que saludó al sexto López Simón, asentado en los riñones y meciendo con suavidad los brazos. Hundido en el piso comenzó por alto con el protestón animal, que pasaba sin desliz y reponía los finales sin que el madrileño perdiese pie. Muy torero se sintió Alberto, hundido en la arena, con la muleta plana, aguantando con espartano valor los parones del de Montealto y construyendo con tragaderas el muletazo largo y profundo que robaba de vez en cuando. Conquistó los terrenos y la voluntad del animal en los circulares que desafiaron a la física en el final de faena y reventó al serio animal de un espadazo para pasear el doble trofeo.

FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Rozas, Madrid.

Toros de Montealto, de impecable presentación: blando y de escasa raza el noble primero; de serpiedad en la embestida y obediente a los toques el segundo; mansurrón y renuente el serio tercero; con movilidad y entregada vibración el castaño y hondo cuarto;noble y largo en la embestida el serio quinto; aplomado pero noble el negro sexto.

Eugenio de Mora (turquesa y oro): silencio y herido.
Manuel Escribano (nazareno y oro): oreja y oreja.
López Simón (palo de rosa y oro): oreja y dos orejas.

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