domingo, 31 de julio de 2016

El círculo vicioso de las novilladas en Las Ventas


La terna de novilleros desaprovecha un buen encierro de Adelaida Rodríguez  

 

Miguel Palacios, en un derechazo con el novillo metiendo la cara - Paloma Aguilar
 
ANDRÉS AMORÓSMadrid

Un domingo más, la novillada de Las Ventas parece encerrada en un círculo vicioso: no mucho público (incluidos turistas asiáticos, que abandonan el coso a mitad porque el horario de su “tour” lo exige); novillos serios, más que los toros que se lidian en bastantes Plazas; novilleros desconocidos para el gran público, que han toreado poco y no están suficientemente preparados para este duro examen.

No se puede ignorar la realidad. Ahora mismo, en toda España, las novilladas no atraen al público (un síntoma de la afición que existe, que sólo acude a ver a las figuras); como los costes son altos, resultan deficitarias y baja su número: a fines de julio, el líder del escalafón de matadores lleva toreadas 33 corridas; el de novilleros, 8, la cuarta parte. Antes, éstos acudían a Madrid como a un examen final, antes de la alternativa; ahora, como la única esperanza de darse a conocer: el mundo al revés. Pero no es bueno darse por vencidos: en estos días de calor, ¿no atraerían a más público unas novilladas “de la oportunidad”, el sábado por la noche (aunque no acudieran los turistas japoneses), a precios familiares, para que los triunfadores actuaran en la Feria de Otoño? En Sevilla, algo semejante está funcionando...

La mejor noticia de esta tarde es que no ha habido percances; la peor, que los tres novilleros no han logrado triunfar, con un buen encierro de Adelaida Rodríguez, de procedencia Atanasio-Lisardo. Además, los tres han matado mal.

El madrileño Miguel Maestro (sobrino de Julián, el matador) cortó una oreja el domingo pasado. Tiene ya 32 años pero pasó un paréntesis de 6. La pasada temporada, sólo actuó una tarde. El primero es noble pero algo flojo y, por ello, se defiende; cuando le baja la mano, como debe, rueda por la arena. Se le ve con oficio y soltura. Falla con el descabello. El cuarto es un torito, muy mal picado y banderilleado, lo que aumenta sus problemas, resulta ser una papeleta: tardea y se cuela. Cuando corta los intentos de faena, respiramos pero pasa un calvario con los aceros.

A Menés, enfermo, lo sustituye el extremeño Mario Palacios, de buena planta torera, que lidió, el año pasado, 4 novilladas. En el segundo, se lucen con los palos Fernando Sánchez y Pablo Pirri. El novillo va bien pero dura poco. Muestra Palacios su buen estilo pero no administra bien las fuerzas de la res y pincha mal. El quinto sale suelto y mansea en el caballo pero va largo y transmite. (Muy bien, otra vez, Fernando Sánchez y Pedro Lara). El diestro no logra imponer su dominio en una faena de muchos muletazos, desiguales; al final, un par de ellos son buenos, pero vuelve a pinchar.

El conquense Aitor Darío, El Gallo, cortó oreja en su presentación, el 10 de julio, arropado por sus paisanos, que han vuelto a animarle. En el tercero, engatillado, saluda Jesús Romero. El diestro se muestra voluntarioso pero acelerado, ha de definir más su estilo; alarga la faena, síntoma claro de que no cuaja, y mata caído: a pesar de ello, sus “fans” piden el trofeo... En el sexto, saluda Ismael Mora. Aguanta las encastadas embestidas, que duran poco; la voluntad no logra el éxito y vuelve a matar mal.

El nuevo pliego de concesión de Las Ventas acepta reducir el número de novilladas, a cambio de corridas de toros: es lógico pero eso significa aceptar la derrota, no promover soluciones. A esta Plaza hay que venir con mayor preparación y experiencia. Después de San Isidro, ¿no quieren acudir las figuras de la novillería? Este coso exige novilleros maduros. Si no, seguiremos sin salir de este círculo vicioso.

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