lunes, 8 de agosto de 2016

Rafael Perea 'El Boni', el torero madrileño que se curó de hepatitis C en Egipto


Su coleta sigue intacta. Rafael Perea siempre será El Boni. Vestido de plata ha salido ovacionado por el respetable en innumerables ocasiones. Pero esa Puerta Grande que alcanzó en el año 89 en Las Ventas se le hacía cada vez más pequeña. No lanceaba igual arrastrando la fatiga y el dolor de cabeza causados por su enfermedad. Por eso se quitó la calzona hace dos años, aunque su última estocada la dio hace cuatro meses. Fue en Egipto, en El Cairo, a 4.500 kilómetros de su piso en Madrid. Entre las pirámides se enfrentó cara a cara a la hepatitis C porque dice que aquí no le daban la medicación que necesitaba. Ya está curado. 

"No echo de menos ni ponerme delante de un toro ni a la hepatitis que me ha acompañado durante 26 años", nos dice este torero amante del boxeo, de 55 años, desde la playa de Tarifa, donde está descansando unos días. En 1990 un morlaco le partió la femoral en la plaza de toros de Astorga. Le hicieron una transfusión de sangre que, según él, fue la causa de que unos meses después le detectaran la infección de hepatitis C. "También pudo ser cuando hice la mili, porque a todos nos vacunaban con la misma aguja", añade El Boni, que se tuvo que retirar de la plaza dos años antes de lo previsto por la enfermedad.

Tenía uno de los niveles bajos (F1), por eso en España no le daban acceso a los nuevos medicamentos. Entonces, buscando una solución, encontró una agencia de turismo sanitario en Tarragona que organiza "expediciones de curación" a Egipto. Sanantur ofrece un viaje de lujo a los enfermos de hepatitis C, en el que incluye las pruebas médicas hechas por un conocido hepatólogo y el acceso a medicamentos como el Sovaldi y la Ribavirina.

El Boni hizo este viaje en Semana Santa junto con un grupo de seis personas de Barcelona y del País Vasco. El "paquete vacacional" les incluía, además, una semana en un hotel de cinco estrellas, cenas en los mejores restaurantes de la capital egipcia, un crucero por el Nilo y las visitas a las pirámides y museos con una guía que hablaba español. "Al día siguiente de llegar fuimos a la clínica del doctor Sherif Abdel Fattah, donde nos hicieron todas las pruebas", recuerda el torero. "Todos dieron un grado más de fibrosis (F2) del que les dijeron que tenían en España". Antes de volver se citaron en la zona privada de un restaurante, donde un farmacéutico les entregó las medicinas y el doctor les explicó a cada uno el tratamiento que debían seguir.

El Boni regresó a Madrid el Viernes Santo cargado de maletas con Interferón, Sovaldi y Ribavirina. "A los 15 días de empezar a tomar la medicación, me hicieron unas pruebas y ya estaba limpio. El virus había desaparecido", dice.

Al igual que el torero de plata, cada vez hay más enfermos de hepatitis C que viajan a El Cairo en busca de una cura. "No puedo dar cifras concretas, pero cada mes tenemos varios grupos de más de siete personas", nos explica Alfredo Puente, asistente de Sanantur. El mismo fue el pionero que dio lugar al nacimiento de esta agencia de turismo sanitario. El año pasado se fue a Egipto a tratarse del nivel F2 de hepatitis C que tenía gracias a los 6.000 euros que le prestó su madre. También se curó. Su experiencia sirvió para crear Sanantur. "Todos nuestros clientes son enfermos que no reciben la medicación adecuada en España. Incluso hemos llevado a personas con un F3", asegura Alfredo.

Una idea, la de irse a curar a Egipto, que no convence a los expertos. Desde la plataforma de afectados por la hepatitis C, hasta expertos hepatólogos españoles, nos advierten de que ésta es una práctica innecesaria e, incluso, peligrosa. "Aquí se están dando nuevos antivirales muy efectivos, no hay que alarmarse e irse hasta Egipto gastándote un dineral. España cubre el tratamiento", dice Antonio Bernal, presidente de la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados Hepáticos. Adolfo García, presidente de la Plataforma de Afectados por la Hepatitis C en Madrid, añade que ellos presentaron una queja sobre la actividad de esta agencia a la Consejería de Sanidad. "Es una práctica terrible", sentencia.

El Boni resta importancia a la polémica. "Mi doctora también me advirtió, pero en Egipto me han quitado en unas semanas una enfermedad con la que llevo conviviendo muchos años". Ahora el torero madrileño lidiará la vida con el capote, la muleta y la hepatitis enterradas.

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