lunes, 31 de octubre de 2016

Murube, llamarada de calidad

REPORTAJES DE CAMPO.- Visita a La Cobatilla

Murube, llamarada de calidad

Íñigo Crespo
Creada por la familia Murube en 1848 y en manos de los Urquijo desde 1917 a 1980, la ganadería de Murube se fortalece en esta época por la fuerza de su genética y por la adaptación que se ha sabido desarrollar para perpetuar sus criterios en el tiempo y mantener la llama siempre encendida de un toro fiable para las cuatro patas que sostienen este espectáculo: público, empresa, torero y ganadero. “Nivelar esos cuatro factores es lo más difícil para un ganadero, incluso más que la propia búsqueda de la bravura”, afirma José Murube. “Hoy en día se apuesta por un toro que se mueva y que tenga transmisión, pero en ocasiones, eso que tanto gusta a las empresas e incluso al público, choca con los gustos de los toreros que, como se mueva en exceso o cree dificultades añadidas, ya no están a gusto”, explica antes de subrayar que las decisiones de un ganadero están condicionadas “por factores internos y externos. Por encima de la opinión de uno a la hora de seleccionar existen condicionantes como la propia opinión de los toreros que dicen cosas que luego no defienden. A vosotros mismos, a la prensa, hay un rejoneador que decía que se quería salir del encaste nuestro porque era muy chochón y no generaba transmisión al tendido y luego, en cambio, ha dejado de matarme las corridas porque dice que se mueve demasiado y que arrea mucho”.


CRIAR EL TORO QUE UNO QUIERE

Por encima de todos esos condicionantes, José Murube sí tiene muy claro que hoy por hoy: “Estoy criando el toro que quiero criar y busco el toro que me ilusiona y la embestida en la que creo, aunque haya a quien no le guste”. El ganadero corrobora: “Es evidente que nadie tiene la ganadería para arruinarse y que al final te tienen que matar las corridas, pero en mi caso, con 160 años de historia que tiene nuestro hierro y después de haber visto la ilusión de mi padre por recuperarlo para la familia, no voy a salirme de mi concepto. Con los números que tenemos tengo camadas de cuatro o cinco corridas que no me cuesta ponerlas en el mercado como para plegarme a intereses de nadie.

Si algo tengo claro es que crío un tipo de toro en el que creo tanto en comportamiento como en hechuras”.

En La Cobatilla pastan en la actualidad 140 vacas y cinco sementales. Los tiempos pasados de crisis no han obligado a reducir cabezas en esta casa porque la eliminación de reses ya se hizo con anterioridad. “Hará diez años que dejamos la ganadería en 140 vacas, eliminando un centenar. Cada año solemos quitar por mayores una docena de hembras que son sustituidas por las que aprobamos en la tienta”, explica antes de detallar la selección de sementales: “Ahora mismo tenemos cuatro contrastados y otro que voy a echar ahora. No me gusta tener la ganadería muy abierta de sementales porque prefiero tener muy controladas las características que busco en mis animales y eso lo consigo teniendo muy uniforme la masa de vacas que es lo más determinante en una ganadería”.


La dualidad, el dueto entre vaca y semental, para el ganadero sevillano se inclina a favor de las hembras, según justifica: “Muchas veces dicen que un semental hace una ganadería y es verdad, pero la regularidad te la dan las madres. Las hechuras y los criterios de comportamiento a lo largo del tiempo te lo aportan las vacas. Un semental te puede estar dando muy bien durante un tiempo y de repente dejar de hacerlo y no tienes margen para rectificar”.
 

OBLIGACIONES Y CONVICCIONES


Recto en su concepto y en su discurso, José Murube es fruto de la experiencia y de un conocimiento exhaustivo del campo bravo. Una forma. Un estilo. Un modo de dirigir las riendas de su ganadería. “El comportamiento lo priorizo en hechuras pero también de cara a opiniones externas”, admite. “Si no me gusta un toro o una becerra no lo voy a aprobar aunque les guste a los toreros. Aquí hay que seguir una línea recta y plantearse unos objetivos que si eres fiel a tu propio concepto, los acabarás por conseguir”, subraya.

Con los años, José Murube no oculta que ha visto evolucionar su ganadería y que ha conseguido metas propuestas. “Por ejemplo hemos amoldado los toros a una hechuras más lógicas de este encaste.

 Hace unos años, cualquier toro nuestro, incluso en un pueblo, no bajaba de los 580 kilos y ahora mismo ese mismo toro lo tenemos en 510 ó 520 kilos”, especifica. La personalidad de la morfología del tronco murubeño es una de sus virtudes y de sus señas de identidad: “El tipo lo hemos fijado hacia lo que siempre fue el toro nuestro. Ahora no subimos de los 520 kilos, las manos son más cortas, la cara es acarnerada y tiene dos virtudes muy evidentes en su embestida que son la calidad y el temple. El galope clásico del toro de Murube se encuentra muy vivo en casa”.


También se ha regularizado el comportamiento de los animales en el caballo. La evolución ha sido importante en ese sentido. “Ya nos les doy como antes que a lo mejor en un tentadero se llevaban nueve o diez puyazos. Ahora busco la prontitud, la fijeza, la entrega abajo y con dos o tres varas es suficiente siempre que no se vayan nunca del peto y duren en la muleta”, atestigua. 

El galope, sinónimo de bravura y de poder. Una oportunidad de avivar el toro bravo y de calar en los tendidos es ese criterio tan sutil como es su modo de embestir, su alegría, su prontitud y, por tanto, su codicia. “Ese galope, lo tengo”, asegura con orgullo José Murube, quien, no obstante, especifica que busca otras virtudes: “Mi preocupación ahora es buscar la raza, el poder, ese punto de transmisión al tendido. Por ahí estoy trabajando ahora. Mantengo los criterios actuales y que están muy asentados en nuestros toros como la calidad y el temple, pero ahora busco meter mayor temperamento a la embestida, aunque sabiendo que es muy difícil equilibrar algo tan difícil. Como te pases de raza es muy difícil bajar luego ese índice de motor”.


LA TEMPORADA 2016


La raza es el hándicap que le preocupa a José Murube. La raza desde la responsabilidad de ganadero que quiere ahondar en el futuro y seguir manteniendo enarbolada la bandera del tronco Murube en casa. Los números de esta ganadería durante la presente temporada son importantes. Y sin embargo, ese instinto de sabiduría que atesora y muestra en su mensaje José Murube le hace mostrarse prudente sobre lo que ha sido el curso 2016 para él: “Estoy satisfecho pero quería más, no lo voy a negar porque sería engañarme. Y por encima de todo quiero ser realista”. Corridas como las de Huesca con Paquirri y José Garrido en hombros. La de Cieza, con Miguel Ángel Perera y Rafaelillo en son triunfal o la última de rejones, jugada en Zafra, en la que Diego Ventura cortó cuatro orejas, tres Andy Cartagena y dos Joao Moura hijo, son salvoconductos notables para cualquier ganadería. “La camada ha sido buena pero por debajo de las expectativas que tenía como ganadero”, reconoce. “Las hembras que habíamos tentado de la camada habían sido extraordinarias y sin embargo los machos no han terminado de tener las mismas virtudes”, apunta.


No le importa al ganadero radiografiar la camada. Sabe cuáles han sido los puntos álgidos y los déficits de comportamiento que no le han dejado tan buen sabor de boca. “Es verdad que la regularidad de toros embistiendo ha sido alta y que la camada ha tenido mucha dosis de temple, de nobleza y, por tanto, de clase. Pero entiendo que debía haber tenido eso que ando buscando que es raza, mayor celo en el último tercio. Siendo una camada buena algunos toros han manseado más de lo que yo quería y por tanto no puedo estar satisfecho”, reflexiona. “Soy realista y no soy nada conformista. Si veo que hay cosas que se deben mejorar, para eso estamos”.

Fotos: ARJONA

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