domingo, 26 de marzo de 2017

Estreno en Las Ventas con novillos de bandera


Del drama de Pablo Aguado a la oreja de Carretero con un gran conjunto de Fuente Ymbro  

Diego Carretero, en el inicio de un pase de pecho 

Diego Carretero, en el inicio de un pase de pecho - Paloma Aguilar
 
Rosario Pérez - CharoABCToros Madrid

No cabía de gozo en el callejón el ganadero Ricardo Gallardo por la gran novillada lidiada en el estreno de la temporada en Las Ventas, la primera de la era Casas-Nautalia. El conjunto de Fuente Ymbro, dentro de su desigualdad y sus matices, deletreaba el triunfo en sus embestidas, especialmente segundo y sexto, de bandera. Parecían marcharse todos con las orejas puestas hasta que este último, «Pintora», demostró que los toros con nombre femenino también embisten. ¡Y de qué manera! Clase a raudales derrochó este fuenteymbro, para el que el público pidió la vuelta al ruedo, aunque todo quedaría en saludos del mayoral como premio al gran sexteto.

Diego Carretero saboreó la calidad del animal de artístico bautismo y cortó la única oreja de la tarde. El de Albacete, sin acabar de prender la chispa en los anteriores con Eolo incordiando, se creció en una esperanzadora faena ante «Pintora», con pasajes de buen trazo y ligazón, mano baja y corazón.
Escalofriante imagen, con Pablo Aguado a merced del primer novillo
Escalofriante imagen, con Pablo Aguado a merced del primer novillo- Paloma Aguilar
Tuvo que estoquear tres, al igual que Leo Valadez, por el percance de Pablo Aguado. Sobrevino en el que abrió plaza, «Laminado», número 142, de 510 kilos, para los amantes de estadísticas. Antes de la hora final, el novillo le sorprendió y sufrió un volteretón tremendo, con un duro golpe contra la arena.
Dramáticos instantes, con el joven sevillano inerte en el ruedo. Como un boxeador noqueado, la cara ensangrentada y la taleguilla destrozada, fue trasladado a la enfermería. Según el parte médico, había sufrido «un traumatismo craneoencefálico, con pérdida de consciencia, y una herida en la región parietal de quince centímetros, con erosiones en la cara y en la boca, de pronóstico grave, que le impiden continuar la lidia». Lástima, porque antes había dejado un puñado de ilusionantes series, como una al natural a pies juntos y clásicos remates.

Lo pasaportó Leo Valadez, que debutó en Madrid con una estocada. Después disfrutó de un lote para la gloria, con un encastado segundo, «Adulador», que hacía el avión. Obra emocionante, en la que el mexicano jugó con las distancias largas y arrastró las telas, pero falló con el acero, como en su entregada faena al quinto del manantial de emociones de Fuente Ymbro.

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