domingo, 30 de abril de 2017

La locura incompleta de Ventura


El rejoneador de La Puebla del Río clava un par a dos manos sin cabezal en la persecución de su 11 Puerta del Príncipe, corta una oreja y pierde un triunfo mayor con los aceros; Segio Galán conquista un trofeo y Lea Vicens desperdicia el toro más encastado y de mayor movilidad de la corrida de Fermín Bohórquez.
 
Ventura clavó sin cabezal en un arriesgado par al quinto CONCHITINA


A la Maestranza llegaba Diego Ventura con el bagaje de diez Puertas del Príncipe en su carrera y el objetivo de conquistar la undécima. El giro de la llave comenzó sobre Lambrusco y esa forma de parar, en toda la extensión del verbo, al toro de salida con una flexibilidad deslumbrante. Nazarí volvió a ser la figura soberbia de la templanza. De frente, tierra a tierra, poco a poco. Sin embargo, el protagonismo de la faena se lo robó un joven compañero de cuadra: Fino enloqueció la Maestranza.

 En una reunión de distancia inverosímil y en otra más en largo, previo parón. Los quiebros impensables erizaron los tendidos; las piruetas en la misma cara prolongaban la emoción. A falta de un tranco más del buen murube jerezano. Ventura hundió el rejón de muerte en lo alto. Entre las rosas que había plantado desde Bombón. Y el toro rodó sin darle tiempo prácticamente a descabalgar al caballero de La Puebla. El premio de la oreja dio la vuelta esperada a la cerradura. La primera necesaria para descerrajar el portón de la gloria.

A por la Puerta del Príncipe fue a tumba abierta Diego Ventura. Desde que enfrontiló los chiqueros como para clavar según apareciese el toro. Una locura frustrada por la distracción del quinto. Ventura perseguía su objetivo contra viento y marea, contra la posibilidad que le negaba el enemigo, tan escaso de celo. Sobre el magnífico Sueño trató de hilvanarlo a dos pistas, cambiando el sentido de la vuelta por los adentros. Bailó sobre Chalana y se desató a lomos de Dólar, cuando la locura alcanzó su grado máximo: Ventura le quitó el cabezal y emprendió la aventura de un par a dos manos.

 Falló en una pasada previa, pero en la siguiente logró esa especie de triple salto mortal. Sevilla se levantó como un resorte. El incendio provocado se apagó con el jarro de agua fría del rejón toricida. Como sucedió en Fallas y en La Magdalena. La locura de Diego Ventura, el sueño, quedó incompleta. Por los tendidos corrió como la pólvora el veto de Ventura a la ganadería de Fermín para la próxima Feria de Abril: "O Bohórquez o yo", dicen que dijo ante los micrófonos de Canal Toros.

Sergio Galán se fue de tal modo a portagayola en los albores de la tarde que casi se metió dentro del túnel de toriles. Como un cohete salió el toro de Fermín Bohórquez. La persecución contó con la emoción añadida de que el caballo Amuleto resbaló. Con un rejón bastó para templar la noble embestida. Que pasó de sobrarle reprís a faltarle un punto más. Galán quiso torear con la panza de Embroquepero faltaba la continuidad. Incluso para las piruetas sobre Titán. Todo lo que Sergio había apostado se fue al traste al descordar con el acero definitivo. La petición no cuajó y se redujo a una ovación.

Cabalgando sobre Apolo, el par a dos manos de Sergio Galán al colaborador cuarto elevó la faena de notas clásicas a su máxima cota. La sobriedad y el notable estilo elegante de Galán sobre Ojeda y Bambino, un caballo como pintado por Rubens, hallaron finalmente la recompensa del ansiado trofeo. No faltaron ni las rosas de nuevo, ni el desplante del teléfono, ni ahora la efectividad de la "espada".

Lea Vicens se encontró con que la suerte le volvió grupas: al tercer toro de Bohórquez le marcaron mucho las querencias hacia los adentros y luego le pesaron los medios. Lea se lo sacó de tablas sobre Bético, y en las afueras lidió con la parada condición del murube. No sin cierta desigualdad a la hora de clavar. Tuvo que echar la amazona gala pie a tierra para descabellar. toricida

El último toro, el más encastado y de mayor movilidad de la pesadora corrida de Bohórquez, compensó el lote de Lea Vicens. La rejoneadora galopó mucho y clavó poco. O con triste tino: un palo en un lado, otro en las antípodas, uno más en el morrillo... Su imagen empeoró con el rejón de muerte. En fin, digamos que Sevilla no se le da.

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