domingo, 13 de agosto de 2017

Joselito Adame marca la diferencia en el notable debut de El Parralejo



El presidente deniega la puerta grande al mexicano, que pasea sólo una oreja frente a las dos de diferente criterio de su hermano Luis David y otra de López Simón; la clase del quinto toro premiada con una exagerada vuelta al ruedo.

Al curioso cartel de acento mexicano de los hermanos Joselito y Luis David Adame -apoderados por la empresa de Alberto Bailleres (EMTSA) que se fusionó en invierno con la Casa Chopera- en plaza española se sumaba la incógnita del debut de El Parralejo con una corrida de toros.

La primera X de la ecuación quedó despejada. Puntonero enarboló una fijeza segura, una entereza brava, una nobleza entregada. Todo desde una armonía redonda, la cara recogida, las sienes estrechas. El mayor de los Adame construyó una faena de inteligencia despejada. Muy torero el prólogo rodilla en tierra, muy encajadas y ligadas las series frondosas. De cinco y el de pecho. El eco de los largos derechazos retumbaba contra la cúpula de Illumbe. A izquierdas el toro castaño de El Parralejo ni se daba más ni lo hacía mejor. Como fiel reflejo de su embestida ya en el capote, un punto más vencida. Joselito lo abría con sutil toque de muñeca, perdía un paso y trazaba y prolongaba el natural. De regreso al pitón de nota, el toreo en redondo devolvió el esplendor mayor. Quizá átono de brillos y remates. El broche por manoletinas y una soberbia estocada catapultaron la obra y la pañolada. La presidencia se cerró en banda para no conceder la segunda oreja; sólo el volapié valía por una.

El mismo usía se quitó la razón al empatar a Luis David Adame con su hermano. Ni el espadazo caído ni la faena desigual se podían elevar a la misma altura. Otro toro también. Más cornalón, menos bravo, siempre en el límite de quererse ir, pero con franca humillación. Coronada con un leve punteo final. A Luis Adame el pulso le fluyó discontinuo. Unas veces se dejó enganchar la muleta por demás y otras tocó demasiado fuerte. Cuando no sucedió ni una cosa ni la otra, alcanzó el acople exigido. El apurado epílogo por bernadinas, tan arrojado como el prólogo por cambiados, lanzó la pañolada.

La lucidez volvió a sellar la tarde de Joselito Adame. Preclaro el tipo para entender al descaradísimo y estrecho cuarto. Que embistió berreón con modos de vaca vieja. Obediente y sin terminar de humillar. Joselito lo interpretó con una limpieza acorde a sus nítidas ideas. Ni un enganchón. Ni cuando se despedía el parralejo con su imponente testa a su aire. Fácil aunque repetitivo en los broches de hasta tres pases de pecho. Cuando se apagó el viaje generoso, enfrontiló la figura a pies juntos ya con la espada de verdad. Larguito el metraje. Despampanante el estoconazo al encuentro.
 La trayectoria suelta y atravesada reclamó el uso del verduguillo. Dos golpes de cruceta espantaron el premio. No hubiera salido a hombros igualmente. El Reglamento vasco sitúa el listón en el doble trofeo. Y ese se lo había llevado el palco. La vuelta al ruedo la saboreó Joselito convencido. Como quien sabe que ha estado a un gran nivel.

La variedad capotera de Luis David Adame se extendió ante el encastado sexto en un quite por zapopinas sobre sus otras intervenciones por caleserinas y gaoneras. Y se atrevió con los palos en un día de destellos de las cuadrillas. Poderoso Adame. Y valiente. La casta del parralejo no implicaba ritmo. Seco el pistonazo desde un arranque tardo. Firme Luis David incluso cuando el emotivo toro, que dicen en su patria, se orientaba. Un espadazo rinconero. Otra oreja como fin de fiesta.

Curro Vázquez tiene mucho que trabajar con López Simón. Empezando por el capote, que no le vuela. No descolgó el segundo de corrida de Pepe Moya, que permitió estar. Simón, sin soltarlo ni vaciar, vertical y en la tabla del cuello, enredó al toro y al público. Compensó su suerte un quinto que se hacía un tacazo de superior calidad> por el izquierdo. Entonces la izquierda de LS recordó sus mejores momentos. Fue en un par de tandas de engrasada muñeca. Rabanitoderramó almíbar en unas embestidas desbordadas de clase. De ahí a la vuelta al ruedo en el arrastre que enmarcará el notable debut de El Parralejo distaba un mundo. Pero el usía estaba por desquitarse de la racanería inicial. Así que también igualó con una oreja las luces zurdas de Simón con los tirones diestros. Y a todos con Joselito, que marcó la diferencia.

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