lunes, 5 de febrero de 2018

El Michael Jordan del toreo

MÉXICO 23ª Puerta Grande en Insurgentes  



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La número 23. La del mismo guarismo que lució a la espalda en su zamarra -tan roja como su terno sangre de toro y oro de hoy- ese Dios del baloncesto llamado Michael Jordan. A su misma altura está Julián López ‘El Juli’. Otro mito. Otra leyenda de hambre insaciable como el majestuoso escolta de los Chicago Bulls. Ahí es nada, 23 Puertas Grandes en La México. Una detrás de la otra. La de ayer llegó para virar el rumbo de una tarde a la deriva por el descastadísimo juego del encierro titular de Teófilo Gómez. Seis muros salieron de chiqueros. Ni un cuarto de opción dieron.

Julián, desesperado, pidió el sobrero de regalo, un excelente cárdeno claro de Bernaldo de Quirós y llegó el elogio a la verticalidad. El trazo relajado. La virtud del temple. La enésima clase. No aprendieron la lección en Valencia y se lo perderán en Fallas. El otro contendiente en este mano a mano de la primera Corrida del Aniversario, Sergio Flores, no se quedó atrás y desorejó a su respectivo sobrero de regalo, un encastado toro de Santa María de Xalpa, con el que tejió una emotiva faena llena de entrega -fue prendido sin consecuencias-, que vuelve a golpear la puerta en pos de un hueco en España. ¿Para cuándo su regreso a Madrid?

Fue una lámina ese sobrero de regalo de El Juli. Con el hierro de Bernaldo de Quirós, era un precioso cárdeno claro, armónico y bien hecho, con cuajo, astifino y engatillado. Salió con bríos y El Juli, tras una larga cambiada, lo toreó con cadencia a la verónica para continuar después por chicuelinas en los medios. Vistoso y templado el quite por lopecinas, donde volvió a cantar su clase y ritmo el toro. Lo vio claro El Juli y brindó en los medios al público.

Prendió la mecha enseguida la bravura del toro al fundirse con la ambición del toreo de El Juli. El español supo entender las distancias y alturas del toro para formar un alboroto en una faena de terciopelo. Primero, ligó las tandas en redondo sometiendo al animal, bravo y con transmision, para después detener el tiempo con la zurda. Naturales sin mácula, dulces, aprovechando la profundidad del animal, con trazo de seda. Los cambios de mano y remates, pura orfebrería, abrochando tandas de siete u ocho muletazos. Relajado siempre. Todo en un elogio a la verticalidad. Se volcó sobre el morrillo y hundió el acero hasta la yema. En lo alto del morrillo. De efecto fulminante. Sin puntilla. Lío gordo y dos orejas.

Bajo y de lomo recto, rompió plaza ‘Coquito‘, un toro negro y acapachado de cuerna, que enseñaba las puntas, al que saludó El Juli con una suave cordobina en el tercio. Salió suelto y sin fijeza, pero, tras pegarse dos vueltas al doble anillo, lo toreó Julián con cadencia a la verónica. Ganando terreno en cada lance hasta rematar en los medios con una gran media a pies juntos. Cuidó mucho el castigo en el único encuentro con el caballo.

Pronto y en la mano, Julián le puso la muleta para torear en redondo sin preámbulos. En el tercio y en la corta distancia para tratar de aprovechar la bondad de un toro, noble, pero sin poder ni raza alguna. Hubo dos trincherazos muy templados. En la segunda tanda, se metió ya entre los pitones. Labor imposible, lo probó, pero con el astado desfondado, optó por abreviar con buen criterio Certero con la espada, fue silenciado.

Con más pecho que el anterior y de lomo recto, el cárdeno tercero, astifino y de pitón blanco, humilló de salida, aunque le faltó fijeza. Apenas se le señaló un puyazo. Otro toro en el límite. Buen quite de El Juli por simbióticas chicuelinas y cordobinas, que remató con temple con una larga cordobesa. Brindó al cielo a Domingo Hernández y comenzó el trasteo con dos cambiados por la espalda sin enmendarse. La primera tanda con la zurda, limpia, enganchando y cosiendo la embestida del toro a los vuelos. De mano baja. Cinco buenos naturales. Hasta ahí. Perdió las manos el animal en la tanda posterior y, desde entonces, no hubo acople. Julián vio que no había opción de que aquello tomara vuelo y tiró por la calle de enmedio. De nuevo, silencio.

Tampoco el quinto, serio y largo, aunque algo acarnerado y veleto, mejoró el escenario en Insurgentes. Cierto es que tuvo algo más de bríos en el capote de El Juli y en los primeros tercios, donde pasó sin pena ni gloria, pero siempre tendió a soltar la cara y salir de los engaños muy desentendido. Muy torero el comienzo por doblones del madrileño, pero no pudo pasar de ahí.

Enseguida el de Teófilo Gómez protestó y mostró su descastada condición, El Juli no vaciló y pidió el sobrero de regalo antes de machetearlo y despenarlo con celeridad. Silencio por partida triple.

No se quiso quedar atrás Sergio Flores y también buscó la vereda del triunfo en el sobrero de regalo. De Santa María de Xalpa en su caso. Fino de cabos, largo, con trapío, tocadito de pitones. Salió con muchos pies y Flores lo toreó con variedad. Repitió repertorio en el quite con un surtido de chicuelinas, tafalleras y cordobinas. Brindó al público y comenzó con un cambio por la espalda para torear en redondo sin probaturas a un toro que rebosaba transmisión.

Encastado, el de origen Parladé, toro para echar la moneda al aire y el de Tlaxcala no titubeó. Quiso y tuvo premio. Emotiva faena llena de entrega, muy jaleada en el tendido, más aún después de una fenomenal voltereta al descararse con el burel. Lo prendió de feísima manera por el vientre y, al caer, desmadejado, le dejó la taleguilla hecha jirones. Imperturbable volvió a la cara del toro y prosiguió hasta el epílogo por bernadina. Enterró el acero entero al primer viaje y, de nuevo, asomó el doble pañuelo en el palco. Dos orejas.

Muy protestado de salida por su justo trapío, al cariavacado y corto segundo le faltaba remate. Lo recibió Sergio Flores por chicuelinas y recibió un puyazo, fijo el toro en el peto, bajo un clamor de protestas. Pasó el corte la res, pese a todo. Brindó Flores a su banderillero Fernando López, herido hace menos de 24 horas en Querétaro, y se puso a torear en el tercio como si el astado lo permitiera, aunque no amainaron las protestas. Sacó algún muletazo estimable por ambos pitones, pero la realidad es que no le echaron cuentas. Sin rédito posible, tomó el camino de la espada. Silencio.

Bizco del derecho, el cuarto, algo zancudo y más largo, tenía también más cara, enseñando las palas. Lo toreó con temple a la verónica Sergio Flores aprovechando una embestida humillada y con ritmo. Como a sus hermanos, tampoco recibió excesivo castigo en varas. Brindó a los ganaderos de San José el torero de Tlaxcala y lo probó por ambas manos, pero la sosería del toro, sin raza alguna, convirtieron el trasteo en una quimera porque no había emoción alguna. Flores, contrariado, acortó su labor. Inédito. Silencio.

El sexto, con muchos pitones y astifino, altón, pero escurrido de carnes, fue muy protestado en cuanto salió de chiqueros. Corto y sin viaje, perdió las manos antes de llegar al caballo y claudicó estrepitosamente en el peto. Devuelto. Salió un sobrero de Bernaldo de Quirós, sin exageraciones por delante, pero cuajado y de buenas hechuras. Lo saludó a la verónica Flores. En los primeros tercios, se le apreció una lesión en los cuartos traseros, que condicionó su lidia. Lo probó el azteca, pese a todo, pero no hubo manera de salvar la falta de pujanza y casta del astado. Sexto silencio de la tarde.

Hierro de Teófilo Gómez - México Monumental Plaza México. Primera Corrida de Aniversario. Cerca de 20.000 espectadores. Toros de Teófilo Gómez, muy desiguales de presentación. Descastados y sin poder ni emoción alguna los seis, un sobrero (6º) de Bernaldo de Quirós, soso y sin pujanza. Un sobrero de regalo (7º) del mismo hierro, Bernaldo de Quirós, de excelente presentación y juego, enclasado, con ritmo y transmisión. Otro de regalo más (8º) de Santa María de Xalpa, encastado, para apostar. logo-mundotoro-fichas-crónicas
El Juli, silencio, silencio, silencio y dos orejas, en el de regalo.
Sergio Flores, silencio, silencio y dos orejas, en el de regalo.

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