domingo, 20 de mayo de 2018

Diego Ventura abre su decimoquinta Puerta Grande en Madrid



Leonardo Hernández corta una oreja en una complicada corrida de Capea


Diego Ventura sale por la Puerta Grande
Diego Ventura sale por la Puerta Grande - Paloma Aguilar
 
  El segundo cartel de rejones sí es digno de San Isidro, con dos caballeros de primera fila, Diego Ventura y Leonardo Hernández. Lástima grande –repito– que Pablo Hermoso de Mendoza se niegue al mano a mano con Diego Ventura, su máximo rival, en San Isidro y delante de las cámaras de televisión: el cartel que todos esperamos. La comodidad es lógica pero no deja en buen lugar al que rehúye la competencia. (Exactamente igual que le sucede a José Tomás con Enrique Ponce). Los toros de San Pelayo, propiedad del Niño de la Capea, tantas veces triunfadores, de mucho peso (los dos últimos, al borde de los 700 kilos), resultan complicados, salvo el buen segundo. Con esfuerzo y maestría, Diego Ventura corta dos orejas y consigue su Puerta Grande número quince; por los fallos con el rejón de muerte, se queda en un trofeo Leonardo Hernández. Los dos han tenido que entregarse a fondo, en una tarde más difícil de lo habitual.

Después devarias guerrillas, por fin sí viene a San Isidro Ventura, en dos mano a mano, con Leonardo y con Andy Cartagena. Aunque no se lleve bien con algunos empresarios, Diego es, ahora mismo, el número uno indiscutible: lleva 20 años de alternativa y había salido a hombros ya 14 veces, en Las Ventas. Ha atemperado sus gestos, mantiene su espectacularidad, posee una gran cuadra y logra faenas auténticamente emocionantes. En el primero, distraído y parado, ha de hacerlo él todo: lo lleva cosido con «Nazarí»; quiebra en corto con «Lío», haciendo honor a su nombre; con «Remate», logra un rejón sin puntilla: oreja. En el tercero, probón y parado, arriesga mucho con «Bronce»; se luce en piruetas con «Bombón» pero falla al matar. Recibe con la garrocha a portagayola al quinto, también manso. Con «Nazarí», la estrella, lo encela, midiendo las distancias y quiebra con mérito; arriesga en las piruetas con «Bombón», roza el percance: ha sido un gran espectáculo. Rejonazo: oreja (merecía las dos) y Puerta Grande.
Leonardo Hernández, a punto de adornarse con la suerte del teléfono
Leonardo Hernández, a punto de adornarse con la suerte del teléfono - Paloma Aguilar
Leonardo Hernández hizo lo mejor en el anterior festejo de rejones de esta Feria pero pinchó. Su cuadra ha tenido altibajos pero él llega mucho al público; arriesga, a veces, casi demasiado. Cuida al segundo, clavando sólo un rejón; galopa «Despacio» como su nombre y torea por dentro; quiebra en corto y certero con «Sol»; se adorna con «Xarope», tocando con la frente el testuz, pero pierde el trofeo al matar a la tercera. El cuarto, con 643 kilos, salta al callejón, rompiendo un tablón, barbea tablas, tropieza fuerte a «Enamorado», un caballo nuevo. Con esfuerzo, logra el par a dos manos pero pincha. Sólo 11 kilos le faltan al último para los 700: una mole, también mansa. Galopa a dos pistas con «Calimocho»; las corvetas de «Xarope» y los pares al violín entusiasman. Mata a la segunda: oreja.

A pesar de los toros complicados, Diego Ventura ha logrado, con mucha técnica y riesgo, abrir la Puerta Grande de Madrid por decimoquinta vez. Está en la cumbre. Aumenta la expectación para su mano a mano con Andy Cartagena. Y, sobre todo, los seis toros que matará en la Feria de Otoño supondrán un gran acontecimiento.

Postdata. En tarde de rejones, se impone el recuerdo a don Ángel Peralta, el ilustre caballero. Desde La Puebla del Río, me llega un díptico de homenaje que incluye «la que quizás haya sido su última poesía, un precioso soneto que tituló ‘La libranza de la amistad’». Así concluye: «Mis caballos relinchan de alegría…/ Y en mis sueños los veo cabalgando ;/ vienen por la vereda galopando / por llevarme en un vuelo hasta la gloria». Allí permanecerá don Ángel Peralta.

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