lunes, 21 de mayo de 2018

Toñete corta una oreja bajo el diluvio en San Isidro



Solo remonta la tarde en el último en una manejable novillada de Conde de Mayalde


Toñete, con el sexto en medio de un tremend aguacero
Toñete, con el sexto en medio de un tremendo aguacero - Paloma Aguilar
 
  En la segunda novillada de la Feria, se lidian reses del Conde de Mayalde, que han triunfado reiteradamente en Gijón. Las de esta tarde tienen movilidad, son manejables. Los tres diestros muestran buenas maneras, están correctos: decir eso de unos novilleros no es gran elogio. A los tres les falta más dominio. Asi suele suceder ahora, en las novilladas. En el último, Toñete se sobrepone al diluvio y corta una oreja.

El segoviano Pablo Atienza procede de una ilustre dinastía, nada menos que 18 picadores. En México debutó con caballos; de allí vino directamente a Las Ventas. Lidia suave y templado al primero, manejable pero que dice muy poco; con la espada, hace guardia. Recibe a portagayola al cuarto. Se luce Fernando Sánchez, con los palos, igual que en el primero (y tantas tardes). El novillo protesta, Atienza muestra sus buenas maneras, en una faena larga y desigual; como prolongó demasiado, escucha dos avisos.
Alfonso Cadaval inicia de rodillas la faena al novillo de su presentación en Madrid
Alfonso Cadaval inicia de rodillas la faena al novillo de su presentación en Madrid - Paloma Aguilar
Debuta aquí el sevillano Alfonso Cadaval, hijo de César, el famoso humorista, gran aficionado; además de torear, estudia Periodismo. Debutó en Olivenza, hace dos años, cuando tenía 21. Busca la profundidad del toreo clásico. Se muestra firme y valiente en el segundo, que embiste con brusquedad y emoción. Mata con decisión: petición. El quinto sale con pies pero cae, después de varas, se apaga. Brinda a su hermano, lo intenta, pero la faena no cuaja. Mata defectuoso.

También se presenta Toñete, hijo de un conocido empresario de hoteles; ha toreado bastante, diez festejos, este año: el líder de los novilleros. Se le ve con oficio, muy puesto. En el tercero, de menor presencia, con clase, muestra soltura con capote y muleta: un trasteo más correcto que brillante, mal rematado.

Bajo un diluvio de granizo y viento, el sexto derriba, embiste bien. Toñete muletea con gusto y mérito, por las circunstancias climatológicas. Mata caído: oreja. Ya lo anunció Bob Dylan: «Una gran lluvia tenía que caer». Y, antes, la Biblia: «Sentados junto a los ríos de Babilonia…»

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